martes, 2 de noviembre de 2010

DÍA DE MUERTOS EN MIRAVALLE 2010

La conciencia arrinconada de la tradición y la memoria se sientan a platicar en las calles de Miravalle. El culto a los muertos adherido en la piel convive sin problemas con las expresiones posmodernas de las “calaveritas” infantiles y juveniles, vividas con atuendos exóticos que golpean la mirada de los vecinos. El día amaneció adormilado, con el horario que no acaba de grabarse en la memoria y confunde la rutina cotidiana. Desde temprano los niños se acicalan para vivir este día con ilusión y tal vez ignorando el significado profundo. En punto de la 10 de la mañana el foro de Miravalle se ve acosado desde los cuatro puntos cardinales por menores y mayores que estampan su pie sobre la piel del asfalto y los jardines. Poco a poco el murmullo aumenta, en breves minutos las sillas se abarrotan, esperando algo tal vez pensado, soñado o anhelado- que incomode la rutina y disponga los sentidos.


La “casa de todos” se ve ataviada como nunca : sendos murales hechos a golpe de pasión y creación por nuestro artista juvenil Miguel,  graban en el granito los años pasados de la comunidad, y con orgullo se muestran a los visitantes como testimonio las luchas  e historias que han construido nuestra colonia.
La ofrenda a los muertos en este recinto luce bellamente y se alegra de la fila interminable de visitantes. La curiosidad vence a los sentidos y obliga al cuerpo adentrarse en este laberinto. El cartón fue el maestro: esculturas hechas bajo el sol en sábados continuos por manos de niños y jóvenes adornan la entrada y saludan a los visitantes. La ofrenda sobria, hermosa, nítida, elaborada por manos de mamás de nuestra comunidad aumentan el significado de culto por nuestros seres queridos que un día caminaron por nuestros caminos y ahora están por otras sendas. 






En el interior un tapete hecho con manos juveniles de nuestra prepa dan un toque de solemnidad y arte.  El papel picado, las veladoras, el pan, los dulces, la fruta y sobre todo las flores amarillas, nos conducen por el camino de nuestro pasado, de nuestro presente y nuestro futuro.






El sonido se ensaña con los oídos y abre a tiempo el espectáculo: los más pequeños de nuestra comunidad desfilan en el escenario como grandes, dando muestra de su potencial artístico: Los bailables de los pequeñines se ven asediados por las cámaras, nadie quiere perderse de los movimientos  de estos pequeños artistas. Los aplausos, los gritos, el orgullo de los padres se eleva en el ambiente y asfixia los segundos.
El atole y el pan corren a borbotones y sacian el deseo de una comunidad que quiere vivir unida y en  paz. Los números musicales y artísticos no tienen fin, y cada uno presenta algo novedoso que embriaga la mirada y  calienta el corazón. 




El día se alarga tanto cuanto puede y se llega la noche y la música se hace vida con nuestra rondalla infantil. 
Estrofas recitadas con armonía de guitarras y mandolinas demuestran a nuestra comunidad la voz de los nin@s que quiere decir en sus estrofas sus ilusiones. El séptimo arte acude con puntualidad y presenta de su repertorio lo mejor para este día. El silencio hace presa de la voz de los asistentes y al final un aplauso estalla emocionado. Y un suspiro colectivo atrapa el último instante esperando oír cuando será el próximo encuentro de la comunidad.




La calle se inunda de caminantes que suben y bajan en direcciones no conocidas, al final el regreso hacia la ofrenda es obligado. Una última mirada, un pan en la boca, un sabor a novedad y la esperanza de un mejor futuro resuenan en los corazones y mentes de un Miravalle que pretende un mejor hoy,  mañana  y siempre.





La asamblea comunitaria Miravalle, camina despacio, mira hondo y lejos, y cierra sus ojos en la noche de los difuntos, esperando que al amanecer, un nuevo motivo inspire su caminar y señale los caminos por donde deba avanzar…



Así fue nuestra celebración del día de nuestros difuntos en esta nuestra querida comunidad.

JCG

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